Depósitos en divisas: ¿cómo son y son más rentables?

La rentabilidad media de los depósitos bancarios a doce meses está en torno al 0,16 %, según los últimos datos facilitados por el Banco de España. Con un interés muy bajo como consecuencia de la decisión de los órganos monetarios de la Unión Europea de abaratar el precio del dinero en la zona euro. Esta estrategia ha generado que este producto financiero no sea muy rentable en los últimos. Parta elevarlo no habrá más remedio que buscar algún modelo de imposiciones que permitan superar los actuales márgenes de intermediación.

Una de estas propuestas está materializada por los depósitos en divisas que son aquellos que son contratados en otras monedas ajenas al euro. Entre ellas, el dólar norteamericano, franco suizo, corona danesa o incluso el yen japonés. Si bien puede permitir que su rentabilidad, los riesgos que conlleva esta operación son también más elevados. Entre otras razones porque depende del intercambio de cotización entre la divisa seleccionada y el euro. Y no siempre el resultado es el más favorable para los intereses de los pequeños y medianos inversores.

Estos productos destinados al ahorro personal pueden formalizarse bajo importes muy asequibles para todas las economías domésticas. Desde 1.000 euros y en adelante, sin ninguna restricción respecto a este requerimiento. Con plazos de permanencia que van desde los pocos días hasta 36 meses, al igual de los depósitos bancarios más convencionales. Mientras que por otra parte, su mecánica de suscripción es exactamente la misma a los restantes formatos.

Depósitos en divisas: condiciones

Su diferencia respecto a los depósitos contratados en euros es que en estos modelos conlleva una pequeña comisión como consecuencia de la operación en el cambio de divisa. Generalmente las entidades bancarias cobran entre un 0,10 % y 0,15 % sobre el importe total de la inversión. Aparte de este desembolso fijo no incorpora ninguna comisión ni gastos en su gestión o mantenimiento. Con el cobro de los intereses en el momento de su vencimiento, sea cual fuese el plazo de permanencia al que van dirigidos estos productos bancarios.

Uno de los aspectos que se plantean los usuarios es si son más rentables. A priori no puede conocerse este factor porque depende de la cotización de la divisa elegida en los mercados financieros. En cualquier caso, no siempre será positiva por este motivo y en el peor de los casos puede generar un interés negativo. Este es el principal motivo para considerar arriesgada esta operación monetaria. En especial, si se desconoce la evolución de estos activos financieros.

¿Merece la pena formalizarlos?

Mientras que por otra parte, también puede suceder que la mejora en la rentabilidad no se compense con los gastos en el cambio de divisa. En donde puede haber alguna que otra sorpresa en el momento en que se produzca su liquidación. No obstante, su gran ventaja es que se puede recurrir a una amplia gama de divisas internacionales. Y seguro que algunas de ellas tendrán una excelente fluctuación en los mercados de divisas.

También hay que valorar el hecho de que los depósitos en divisas son un instrumento poco estable para construir una bolsa de ahorro de cara al corto y medio plazo. Por ser más parecido a los productos derivados de la renta variable que la fija. No en vano, su rentabilidad real depende las cotizaciones en los mercados de divisas. En donde la volatilidad es uno de sus más relevantes características, al darse grandes diferencias entre sus precios máximos y mínimos. Hasta el punto de que esta clase de imposiciones a plazo fijo pueden ser muy perjudiciales a los intereses de los ahorradores. A nivel de cualquier producto financiero que no tiene una rentabilidad fija ni garantizada.

Perjudicados y beneficiados

La zona euro está preparada para iniciar una subida de tipo de interés a partir de 2020, así lo ha advertido el Banco Central Europeo (BCE) en un comunicado en el que expresa “una próxima normalización de la política monetaria”. En estos momentos el precio del dinero en esta área geográfica es del 0 %, desde que se llegó a estos niveles en 2015 como medida para activar la economía de los países de la Unión Europea. Este factor monetario ha generado que unos productos bancarios estén siendo más favorables de contratar que otros. En donde se ha incentivado a los inversores y las personas que buscan financiación en detrimento de los intereses de los ahorradores. Cada uno de ellos ha recibido un diferente tratamiento con los tipos de interés en niveles históricamente bajos.

Las economías europeas están pendientes de una subida de tipos que se hará de forma progresiva para abandonar definitivamente la tendencia de que el dinero no tiene ningún valor. En cualquier caso, este cambio variará las relaciones que mantendrán los clientes con las entidades bancarias ya que una vez que se implanten los nuevos tipos de interés cambiarán las condiciones de contratación de los créditos personales, depósitos a plazo y cuentas de alta remuneración, entre otros productos financieros. En donde habrá unos ganadores y unos perdedores en función de esta variable monetaria. Pero realmente, ¿cómo afectarán al bolsillo de los usuarios bancarios?

Perjudicados por la subida de tipos

Las personas que estén endeudadas y vayan a formalizar cualquier línea de crédito a partir de este instante serán los principales damnificados de esta medida económica. En el sentido de que se verán afectados por un incremento en los intereses de los préstamos y cuya cuantía irá en función de la intensidad de la elevación en el precio del dinero. En cualquier caso, la titularidad de un crédito al consumo, tarjeta de crédito o hipoteca conllevará unas cuotas más exigentes a partir del encarecimiento en el precio del dinero.

Una persona que tenga suscrito un crédito hipotecario por un valor de 100.000 euros a un plazo de 25 años con una subida mínima de tipo, en un cuarto de punto porcentual, le supondrá un incremento en torno a 20 euros en su cuota mensual a partir del próximo año. Por otra parte, este escenario provocará que los diferenciales de las hipotecas vayan aumentando poco a poco y ya sea imposible contratarlos por debajo del 1 %, tal como podía hacerse a través de la oferta bancaria hasta el pasado verano.

El ahorro será más rentable

Por el contrario, los productos para el ahorro (imposiciones a plazo, pagarés, cuentas corrientes, etc.) saldrán del agujero en que estaban inmersos hasta ahora por su baja rentabilidad. A partir de que el tipo de interés sea más elevado se incrementará su remuneración, sin movimientos muy intensos pero que en cualquier caso se notarán todos los años en el bolsillo de los usuarios. De momento, y ante los movimientos en el mercado monetario, un depósito bancario de 10.000 euros a 12 meses ha pasado de generar una rentabilidad del 0,14 % al 0,20 %. Desde luego que no es una cuantía desorbitada pero al menos permitirá que todos los años el rendimiento se incremente cerca de 10 euros.

En el caso de que los tipos de interés en la zona euro llegasen a un punto y medio porcentual los efectos serán más tangibles para los titulares de estos productos bancarios. En la medida, que según estimaciones del Banco de España, el interés podría elevarse hasta muy cerca del punto porcentual para el dinero guardado en imposiciones o cuentas bancarias. No obstante, será mejor olvidarse de rentabilidades por encima del 5 %, y que se dieron antes de desarrollarse la crisis económica de 2007 y 2008. En donde el tipo de interés estaba en sus niveles máximos y los bancos eran más receptivos para gratificar a los clientes con un rendimiento excepcional.

Repercusión en la renta variable

Dentro de este escenario, unos tipos de interés bajos como los actuales es beneficioso para los inversores en los mercados de renta variable. Entre otras razones porque no hay rentabilidad en otros productos financieros y la única solución pasa por la comprar y venta de acciones en bolsa como fórmula para mejorar la remuneración. Aunque, claro está, asumiendo más riesgos en las operaciones ya que no hay garantizado ningún tipo de interés. Si no que por el contrario, se está a expensas de la evolución de los mercados financieros y en donde puede pasar una u otra cosa. A excepción del reparto de dividendos que es un pago a cuenta que es fijo y garantizado todos los años.

Mientras que por otra parte, a través de ciertas estrategias en la inversión puede satisfacerse ciertas metas que se plantean los pequeños y medianos inversores. Como por ejemplo, comprar cuando se superen las resistencias, formalizar las operaciones en tendencias alcistas o aprovechar los movimientos compradores. Con unos resultados que pueden ser muy satisfactorios para los intereses de los minoritas. Por otro lado, hay fondos de inversión que si permiten obtener una rentabilidad garantizada, con un retorno sobre el ahorro de hasta el 5 %. Aunque con unas comisiones más expansivas que en la compra y venta de acciones en bolsa. Con un gasto que puede suponer un 2 % sobre el total de la inversión realizada por parte de los usuarios. Para lo cual tendrás que aumentar la rentabilidad de cada una de las operaciones para amortizar estos gastos en la gestión.


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