En los últimos años, el robo de cable de cobre se ha convertido en un problema creciente en España, afectando a infraestructuras básicas como el transporte ferroviario y la red eléctrica. El caso reciente en la línea de Alta Velocidad Madrid-Sevilla, donde miles de pasajeros quedaron atrapados por una sustracción simultánea en varios puntos de Toledo, ha vuelto a situar el fenómeno en el centro del debate social. El control y regulación de las infraestructuras y su contabilidad resulta fundamental para entender el impacto económico y social de estos delitos.
Cómo operan las redes de robo de cobre
El robo de cobre ya no es un delito menor ni aislado. A día de hoy, detrás de estas sustracciones suelen estar mafias organizadas que planifican sus golpes al detalle. Según fuentes policiales y sindicales, los delincuentes estudian los puntos más vulnerables de las infraestructuras, muchas veces áreas de difícil vigilancia o con escasa seguridad, para llevar a cabo sus acciones en cuestión de minutos.
Una vez sustraído, el cobre robado es pelado y vendido rápidamente a operadores ilegales. El destino final suele ser Europa del Este o puertos como el de Rotterdam, desde donde el metal viaja a Asia, especialmente a China, donde la demanda es imparable. El valor en el mercado negro puede superar los 10.000 euros por tonelada, lo que hace que el negocio resulte extremadamente lucrativo para estas bandas.
España, como otros países europeos, padece este fenómeno por su extensa red ferroviaria y un consumo nacional significativo de cobre. La existencia de mafias provenientes de países como Rumanía, Bulgaria o Polonia, especializadas en el robo y exportación ilegal de metales, refuerza la dimensión internacional del delito.
Impacto directo: cortes masivos, caos y pérdidas millonarias
Las consecuencias de estos robos no solo se traducen en pérdidas económicas para las empresas afectadas; su impacto social es inmediato y, en ocasiones, dramático. El robo coordinado de varios tramos de cable en la línea AVE Madrid-Sevilla a principios de mayo de 2025, por ejemplo, dejó fuera de servicio a más de 30 trenes y afectó a más de 10.000 pasajeros en plena operación retorno.
En ese suceso, los ladrones sustrajeron unos 300 metros de cobre en diferentes puntos de Toledo, comprometiendo los sistemas de señalización y seguridad ferroviaria. Los trenes tuvieron que circular a menor velocidad o quedaron detenidos, muchos pasajeros pasaron la noche a bordo sin luz ni suministro básico, y la normalidad no se recuperó hasta bien entrada la madrugada.
Estos actos vandálicos crean importantes perjuicios a la ciudadanía: cancelaciones de trayectos, barrios a oscuras, afectaciones en hospitales y riesgos para la seguridad pública. Además, la reparación de los daños suele requerir intervenciones complejas y costosas, movilizando a numerosos equipos técnicos.
¿Por qué el cobre es tan atractivo para los ladrones?
El cobre es altamente codiciado debido a sus propiedades físicas (excelente conductor y resistencia a la corrosión) y porque resulta más accesible que otros metales con funciones similares, como la plata. La subida de su cotización internacional y la facilidad de colocarlo en mercados extranjeros hacen que el robo sea una opción muy rentable para las organizaciones criminales. Para entender mejor la tendencia del mercado, puedes consultar la recuperación y tendencia del mercado del cobre.
Según la Federación Española de la Recuperación y el Reciclaje, el cobre robado representa cerca del 1% del total reciclado en España. Las mafias organizadas mueven grandes cantidades, mientras que los hurtos menores suelen ser obra de ‘lobos solitarios’. La baja penalización y la vigilancia limitada en infraestructuras amplifican los riesgos.
Respuesta policial y soluciones propuestas
El aumento de estos episodios ha llevado a las fuerzas de seguridad a reforzar la investigación y vigilancia, logrando la incautación de miles de toneladas de cobre robado en los últimos años. Sin embargo, los expertos consideran que la solución requiere un enfoque integral: endurecimiento de penas, mayor inversión en sistemas de videovigilancia, reposición rápida de materiales y control estrictamente regulado de los canales de reciclaje y exportación.
Países como Escocia han conseguido reducir significativamente estos delitos al tratar el robo de cobre como crimen organizado y endurecer las penas. En España, sindicatos policiales y expertos del sector piden medidas similares, además de protocolos de contingencia para minimizar los trastornos a los ciudadanos.
El papel de las mafias internacionales
Las investigaciones señalan a bandas criminales estructuradas, originarias de Europa del Este, como principales responsables de grandes acopios de cobre robado. Estos grupos controlan todo el proceso, desde el hurto hasta la exportación, aprovechando las lagunas legales y la falta de coordinación internacional. Para profundizar en cómo operan estas organizaciones, puede ser útil consultar el rendimiento del capital en actividades ilegales relacionadas con metales.
La colaboración entre cuerpos policiales de diferentes países resulta fundamental, ya que el mercado ilegal funciona a nivel global y el producto puede cruzar varias fronteras en poco tiempo.
El robo de cable de cobre es un fenómeno que trasciende lo local: es una problemática global alimentada por la demanda internacional y la sofisticación de las redes delictivas. La respuesta debe ser integral, centrada en la prevención, la persecución penal y la cooperación internacional para frenar este delito.