La inversión y gestión en bolsa puede ser una decisión no generada por los deseos de rentabilizar los ahorros que siempre se tienen en estas operaciones. Sino que puede deberse a la propia psicología de los pequeños inversores. De diversa naturaleza y atendiendo una serie de condicionantes que presentan en su relación con los mercados financieros. Y que a veces les llevan a ser excesivamente reiterativos en las operaciones.
¿Qué es lo que pasa en la mente de los inversores para llevarles a arriesgar una buena parte de su patrimonio? Estas interrogantes es lo que te vamos a aclarar en este artículo, con el objetivo que tengas un poco más claro que es lo que te mueve para invertir el dinero ahorrado, y en diferentes escenarios. Normalmente es una motivación de carácter económico, pero también se dan otras menos conocidas que parte de tu personalidad y hasta de motivos ocultos que afloran cuando ejecutas tus órdenes de compra.
Siempre se ha tenido la idea que la inversión en bolsa se desarrolla para incrementar el patrimonio al máximo, y cuanto más mejor. De esto no hay ninguna duda en la mayoría de los casos. Es un deseo sano para progresar en la vida, y que mejor manera que teniendo un mayor poder adquisitivo, y hasta no privarte de nada. Pero no en todos los escenarios ocurre esta circunstancia. Será el momento para comprobar que motivaciones tienes para ser parte activa de los mercados financieros.
Motivaciones económicas
Como ha quedado reflejado al principio es la principal finalidad que tienen los inversores, y hasta con toda probabilidad que sea tu caso en concreto. Pero dentro de esta motivación hay una serie de diferencias que deberás tener presente para llegar finalmente a tu perfil como inversor minorista. Serán tantas que no se podrán explicar todas, sino las más habituales entre los usuarios de los productos bursátiles.
La primera de ellas puede deberse a un deseo único de rentabilizar las operaciones de renta variable para disponer de un mayor saldo en la cuenta corriente. Como consecuencia de ellos, los movimientos que hagas en los mercados pueden estar caracterizados por ser muy impulsivos. No te preocupan los escenarios de la renta variable, sino que deseas invertir realmente, aunque las operaciones no se desarrollen conforme a las expectativas creadas.
Estos inversores se caracterizan porque están prácticamente todo el año con las posiciones abiertas. Para ellos no hay descanso, ni incluso en los periodos vacacionales. Están en contacto continuo con los mercados financieros, hasta el punto que su liquidez en su cuenta corriente es mínima, con saldos no muy abultados. Tienen una excesiva dependencia de esta clase de inversiones. Tratando de realizar cada vez más operaciones arriesgadas, incluso tomando como punto de referencia los valores especulativos.
Suplir los bajos salarios
Otro perfil bastante habitual es de la persona, que teniendo una importante bolsa de ahorro, no cuenta con unos ingresos suficientes como para llevar una vida con cierto poder adquisitivo. Y tratan de conseguir a través de la bolsa lo que no pueden generar desde sus salarios como trabajadores, bien por cuenta propia o ajena. No en vano, lo que buscan es una especie de sobresueldo que complemente sus ingresos hasta uno niveles aceptables para ellos.
En estos casos, el riesgo de sus operaciones es realmente mayor, hasta llegar a niveles muy peligrosos para sus intereses como ahorradores. No tienen otro deseo que llegar en mejor posición económica a final de mes. Y el único instrumento en la gestión para lograrlo son las operaciones de bolsa. El gran inconveniente de esta estrategia es que las ganancias no siempre se cumplen, y hasta puedes perder mucho dinero al abrir posiciones en la renta variable, sea de mercados nacionales o fuera de nuestras fronteras.
Se trata de un dinero con el que no debes de contar. No en vano, no está garantizado bajo ningún aspecto, ni tan siquiera que lo vayan a mantener a través de los muchos años que llevan como pequeño o mediano inversor. Si estás integrado en este grupo tan especial estarás asumiendo un gran riesgo al comprometer una buena parte de los ingresos generados a través de tu trabajo. Y con el agravante que en cualquier momento la jugada te puede salir muy malparada en la gestión realizada.
Asimilar la inversión con una afición
Otra motivación que puede originarse es que trates a la inversión en bolsa como si de un juego se tratase. Invierte tu dinero como si fuera una apuesta deportiva o algo similar. Normalmente en estos casos estás respaldado por una potente bolsa de ahorro en tu cuenta corriente. Y a nivel psicológico te produce una sensación de clara satisfacción, y de las que adolecen otras aficiones que puedas desarrollar en tu vida personal.
Este hecho te hace ser muy dependiente de sus operaciones, más de lo habitual, y en varios valores de la renta variable. La motivación monetaria no es tan palpable en estos casos tan especiales. Y seguramente que coincidas con otras clases de inversiones, y hasta puede que seas un jugador de apuestas regular. Sabes a lo que te arriesgas, pero no te importa mucho.
Con vocación de ahorrador
También entra en juego la persona que abre posiciones en los mercados financieros como fórmula para dotarse de un capital para el día de mañana, incluso pensando en su jubilación. Está representado por un perfil como inversor más conservador. En el que prima la seguridad por encima del rendimiento de las operaciones en bolsa. No arriesga en exceso, y generalmente se decanta por valores muy defensivos, con poca volatilidad en sus precios.
Otra estrategia en esta clase de inversores es suscribir acciones de compañías que reparten dividendos todos los años. De esta forma, conforman una renta fija dentro de la variable sin asumir excesivos riesgos. La rentabilidad anual y garantizada que puede llegar a alcanzar estas propuestas de inversión es de hasta el 8%. Corresponde a un perfil de ahorrado entrado en años, que desea incrementar sus ahorros, pero sin exponer en exceso sus posiciones. Trata de mantener lo ahorrado por encima de todo será importante en la gestión.
Dentro de las motivaciones económicas en la gestión queda un último grupo que también será necesario que lo conozcas para saber si estás tú también integrado. Se trata de aquellos usuarios bursátiles que desean hacerse rico en poco tiempo. Son un número muy pequeño quienes logran este deseado objetivo. Además para lograrlo será de obligado cumplimiento que cuentes con un patrimonio muy importante para invertirlo. Y no todos los disponen, y menos para arriesgar el trabajo de toda la vida.
Gestión: motivaciones psicológicas
Los inversores no solamente tienen motivaciones monetarias para invertir sus ahorros. Hay otras que dependen más de sus planteamientos personales en la gestión, y en casos muy íntimos. Desde una forma un tanto peculiar para divertirse, a una forma de experimentar nuevas vivencias, aunque te parezca muy extraño. Y en cualquier caso, te permitirá incrementar la riqueza, o por el contrario, dejarte bastantes euros por el camino.
No es que tengas que acudir a la cita con un psicólogo para constatar cuáles son tus motivaciones reales para entrar en los mercados de renta variable a través de tu gestión, pero sin convendrá que analices tu personalidad para salir de dudas sobre este aspecto tan personal. No en vano, pueden ser muchas y de diversa naturaleza las causas de esta adicción a la bolsa, y que puedes detectarlas a través de esta información que te ofrecemos.
Emular a los personales con más éxito que operan con frecuencia en los mercados financieros puede ser una primera causa. Quizás no la sepas, pero puede que dentro de tu interior estén un deseo oculto de imitar a aquellas personas que tanto admiras, y que son triunfadores en los mercados de renta variable. No es un buen punto de partido ya que lo realmente necesitarás es un adecuado aprendizaje en los mercados financieros. Y a lo mejor adoleces de estos importantes conocimientos sobre el mundo del dinero.
Contacto con el mundo de las finanzas
Otra causa a la que puede deberse esta afición por invertir es para mantener, aunque sea de forma inconsciente, una mayor relación con el sector de las finanzas, en este caso representado por la renta variable. Y la mejor forma para reafirmarte en tus creencias en invirtiendo tu patrimonio en los mercados derivados de la bolsa. De ello se deriva que no te centres exclusivamente en los mercados domésticos, sino que con frecuencia acudes a otras plazas internacionales, y hasta con diferentes productos financieros (warrants, derivados, fondos cotizados, ventas a crédito, etc.).
Como habrás comprobado son muchas las causas de tu afición por la bolsa, y que en función de ellas tendrás o no mayor éxito en los movimientos que plantes a tu intermediario financiero. No conviene, por tanto, que abuses de estas operaciones ya que deberás pensar que al fin y al cabo es tu dinero lo que te estás jugando. Y no conviene arriesgarlo con cierta frecuencia, y mucho menos bajo los escenarios más desfavorables para tus intereses.
Tampoco será necesario que inviertas todo el capital disponible, ni mucho menos. Basta con que sea una parte mínima del mismo, para que de esta forma protejas tus intereses de las inestabilidades de los mercados financieros. No lo olvides, sino no deseas tener experiencias poco recomendables para ti. No en vano, la seguridad y la prudencia deberán ser los principales denominadores comunes de tus actuaciones en el complicado mundo de la inversión. Y mucho menos, si no cuentas con la experiencia y el aprendizaje necesario para operar en este sector. Recuerda que dispones de otros productos financieros más estables y seguros para incrementar tu patrimonio, aunque con menor rentabilidad en principio desde su gestión.