El PIB por países

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Existen muchos indicadores de desempeño de la economía de los países. De entre todos, los mejores indicadores disponibles se basan en la producción total anual de bienes y servicios de un país y servicios de economía o, como algunos le llaman, su producto agregado.

Esto se mide mediante el producto interno bruto (PIB) o valor total de mercado de todos los bienes finales y servicios que se producen en un país durante un año. El PIB incluye los bienes y servicios que se producen dentro de las fronteras de un país, con recursos proporcionados por sus ciudadanos.

Así, el PIB de España no solo incluye el valor de todos los coches Seat que se producen en la fábrica de Martorell, sino también de las fábricas de Renault, aunque la marca sea francesa y española, respectivamente.

El PIB mide el valor de mercado de la producción anual, es decir, en su medida monetaria. Así debe ser si queremos comparar conjuntos de bienes y servicios que se producen en años diferentes y tener una idea de su valor relativo con un sentido para todos.

Si un país produce tres sofás y dos ordenadores en el año 1, y dos naranjas y tres manzanas en el año 2. ¿Cuál de los dos años fue más productivo? Es necesario ponerle un valor estándar a cada producto y comparar el valor productivo de cada año para saber si el PIB disminuyó o creció en el año 2. Esto lo veremos un poco más adelante.

La necesidad de evitar la múltiple contabilidad en el PIB de los países

Para medir exactamente el PIB de los países, es necesario contabilizar una sola vez todos los bienes y servicios durante un año concreto.

La mayoría de los productos pasan por diversas etapas de producción antes de llegar al mercado. Por esa razón, es posible que algunas piezas tengan ya un recorrido, y se haya revendido al menos una ocasión. Para evitar la duplicidad en el conteo de bienes y servicios, el PIB solamente contabiliza los bienes finales y omite los bienes intermediarios.

Los bienes finales son los bienes y servicios que el comprador adquiere para su uso final y no para revenderlos o someterlos a un proceso de fabricación o manufactura adicional. Son bienes que se compran para usar.

Los bienes intermediarios son los bienes y servicios que el comprador adquiere para someterlos a proceso de producción o para revenderse.

El valor de los bienes finales son los que se contabilizan en el PIB, mientras que los bienes intermediarios se excluyen del cómputo del PIB del país. ¿Por qué? Porque los valores de los bienes intermediarios están ya incluidos en el valor del bien final. Si no se excluyesen, se contabilizaría un número indeterminado de veces, inflando el PIB, y haciendo su cómputo inútil e inexacto.

Las dos caras del PIB de los países: gasto e ingreso

El PIB banco mundial

Veamos ahora cómo se mide el valor de mercado del producto total, o para nuestro propósito, de una sola unidad de producto. Recordemos el ejemplo de hace unos párrafos: ¿cómo se mide el valor de un ordenador?

Podemos establecer cuánto paga el consumidor o el usuario final. O podemos sumar los ingresos: salarios, renta, intereses y beneficios generados durante la producción del ordenador.

Los enfoques de producto final y valor agregados son dos maneras de ver la misma cosa. Lo que se gasta en un producto es recibido como ingreso por quienes contribuyen a su producción.

Por ejemplo, si se gastan 350€ en el ordenador, esa suma de 350€ es el ingreso total que se obtiene por su producción. Así, si desglosas las empresas que proporcionaron las piezas y servicios, más la del fabricante, sumará 350€.

Obviamente, si el precio final del ordenador es superior a los gastos, hay ganancia, y si el precio es menor que sus gastos de producción, hay pérdida. Lo mismo sucede con el PIB de los países: hay dos maneras de verlo.

Una es verlo como la suma de todos los gastos de un producto total, lo que se conoce como ‘enfoque de gasto’. La otra ve el PIB en términos del ingreso que se obtiene o genera con la producción de los bienes y servicios, conocido como ‘enfoque de remuneraciones o asignaciones’, o ‘enfoque de ingresos’.

Así, entonces podemos medir el PIB los países de dos formas: sumando todo lo que se gasta para comprar el ordenador, o sumando todos los ingresos que obtiene el vendedor a quien le compraste el ordenador, por ejemplo.

Pero ambas forman parte de una ecuación de igualdad, es decir, lo que se gasta es un ingreso para quienes han fabricado el producto, ya sea con sus recursos humanos, bienes inmuebles o capital de inversión.

Para tener fiabilidad en la medición, los países obtienen muchísima información de organismos nacionales de estadística, que recopila, organiza y mide todo desde un gran número de fuentes, para luego hacer cálculos según los criterios internacionales.

El criterio internacional para medir el PIB de los países está en el Sistema de Cuentas Nacionales, elaborado por el Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea, y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, la Organización de las Naciones Unidas y el Banco Mundial.

En España, quien se hace cargo de medir el PIB nominal y el real (punto siguiente), es el Instituto Nacional de Estadística.

El PIB real de los países

Una cosa que la gente quiere saber de su economía, es saber si el PIB del país ha crecido o disminuido. Pero debido a que el PIB se calcula en términos nominales, es decir, de mercado actual, no se pueden comparar dos períodos sin ajustar adecuadamente cada período. Ese ajuste se hace con la inflación.

El PIB y su distribucion

Para calcular el PIB “real”, su valor nominal debe ser ajustado teniendo en cuenta los cambios de precios para poder saber realmente si el país ha crecido o no, y en cuanto. Una herramienta o técnica muy utilizada es la llamada ‘deflactor de precios’, para ajustar el PIB nominal a precios constantes.

El PIB de los países es muy importante, porque nos da la información sobre el tamaño de la economía y cómo se está comportando. La tasa de crecimiento del PIB real se utiliza muy frecuentemente para determinar la salud general de la economía de un país. En términos generales, si el PIB crece, se interpreta como una señal de que la economía del país va bien.

Cuando el PIB crece con fuerza, es probable que el empleo aumente a medida que las empresas tengan más demanda, y tengan que crear más fábricas y la gente tenga más dinero porque tiene trabajo.

En cambio, si el PIB se contrae, normalmente el empleo disminuye porque la industria del país debe reducir su oferta. En otros casos, el PIB crece, pero no lo suficientemente rápido o sólido como para crear los suficientes puestos de trabajo para la gente que lo busca, como sucede en nuestro país actualmente.

Algunos expertos en economía aseguran que el PIB real se mueve en ciclos a través del tiempo: las economías viven períodos de auge, en otros momentos el crecimiento va lento, como la famosa “desaceleración económica” que sufrió Estados Unidos luego de la invasión a Iraq, y en otros, se entra en recesión económica, que sucede cuando el PIB cae por dos semestres consecutivos.

España, por ejemplo, ha vivido distintos períodos de recesión desde la transición:

  1. Desde el segundo trimestre de 1992, al tercer trimestre de 1993, cuando creció 0,9%
  2. Desde el primer trimestre de 2008 al primer trimestre de 2010
  3. Desde el segundo trimestre de 2011 al tercer trimestre de 2014, cuando creció 0,1%. Éste ha sido el período en recesión más largo de la democracia de España.

Lo que el PIB de los países NO nos dice

El PIB por países

Por último: es importante saber lo que el PIB de los países no puede decirnos. El PIB no es una medida del nivel de vida o bienestar de un país.

Aunque los cambios en la producción de bienes y servicios por persona (PIB per cápita) se utiliza normalmente como una medida de si el ciudadano de un país vive mejor o peor, no capta las cosas que se consideran importantes para el bienestar general.

Por ejemplo: el aumento del PIB puede significar un mayor número de contaminantes y daños ambientales, o el nivel de ruido en las capitales de los países, la reducción del tiempo libre o la imposibilidad de compatibilizar la vida profesional con la familiar, el agotamiento de los recursos naturales no renovables, etc.

La calidad de vida también depende de cuán distribuido está el PIB entre los residentes de un país, no solo a nivel general.

Para ajustar estos factores, Naciones Unidas calcula el índice de desarrollo humano, que clasifica a los países no solo en base al PIB, sino en base a: esperanza de vida, nivel de alfabetización, igualdad entre hombres y mujeres, la explotación laboral infantil, la desigualdad salarial, etc.

Hay más índices para ajustar todo esto junto al PIB, pero no se ha logrado establecer uno internacionalmente aceptado como factor de medición.