Uno de los términos que más se escucha hablar sobre un país es el del déficit público. Este no es bueno que sea demasiado elevado, porque indicará que los gastos superan a los ingresos en el país, lo cual trae consecuencias negativas.
Pero, ¿qué es realmente el déficit público? ¿Cómo se mide? ¿Cómo nos afecta? Si te has preguntado todo esto, a continuación nos vamos a centrar en este indicador que ayuda a conocer si un país está bien o hay problemas en su economía.
Qué es el déficit público
La manera más sencilla de explicarte el déficit público es con un ejemplo. Imagina que un país empieza a gastar más de lo que ingresa. Por ejemplo, si ingresa 1 millón de euros, sus gastos son de 2 millones. Ese gasto extra implica que tiene deudas, y ha de pagar a los que les debe el dinero, así que utiliza herramientas para recaudar ese dinero, bien con préstamos o con otras fórmulas. Pero, si el gasto sigue siendo elevado, nunca va a conseguir acabar con su déficit y, a la larga, el país se empobrece y cada vez le es más difícil conseguir dinero.
Término contrario sería el superávit público, que implica que los ingresos son superiores a los gastos, es decir, que tiene dinero de sobra para gastar o invertir. Lo cierto es que no es fácil encontrar ejemplos de esto, pero sí hay países que tienen un déficit público muy bajo.
El déficit público en España
En el caso de España, el déficit público es bastante elevado. Según datos de 2020, se alcanzó el 10,97% del PIB, lo que, comparándolo con el de otros países, en ese año estamos en el puesto 175 de 190 países.
¿Qué implica eso? Pues que estamos de los últimos puestos en situación problemática. Hemos pasado de tener un déficit de 35637 millones a uno de 123072 millones, lo cual ha sido una subida enorme, en parte agravada por la crisis de la pandemia.
Déficit público y deuda pública
Muchos se equivocan al pensar que el déficit público y la deuda pública son lo mismo, cuando en realidad no es así. La gran diferencia entre ambos términos radica en que el déficit público se considera una variable de flujo, mientras que la deuda pública sería una variable stock.
¿Qué implica esto? Pues que el déficit público es la diferencia que hay entre los ingresos y los gastos en un periodo de tiempo determinado; mientras que la deuda pública sería la suma acumulada que se hace para poder financiar el déficit público. En otras palabras, es lo que se le debe a otros que nos han prestado para poder hacer frente al pago de los gastos extras que se tienen.
Cómo se calcula
A la hora de calcular el déficit público, hay tres indicadores muy importantes que influyen: los ingresos del país, los gastos de este, y el PIB. Todos ellos se deben establecer para un mismo periodo de tiempo, que normalmente suele ser el de un año.
La fórmula sería la siguiente:
Déficit público = ingresos – gastos.
Ahora bien, ¿por qué hay que tener en cuenta el PIB? Porque se puede hacer una regla de tres. Si el 100% sería el PIB, el déficit público sería el x% del PIB. Por ejemplo, imagina que tienes 1000000 de PIB, y que tu déficit público ha sido de 100000.
Por esta regla de tres, el déficit público supondría el 10% del PIB.
Cómo financiarlo
Un país tiene métodos para financiar su déficit público. Entre ellos, están:
- Subir los impuestos. Su objetivo es recaudar más dinero que permita pagar los gastos que tiene. El problema es que esto recae directamente sobre los habitantes del país, lo que implica que estos pierden más dinero y su calidad de vida se ve resentida. Por eso, muchos deciden dejar el país.
- Emitir más dinero. Esto no es habitual porque implicaría que hay una depreciación de la moneda, y es negativo, pero sí es un método usado en países menos desarrollados.
- Emitir deuda pública. Es lo que más se hace. Se trata de sacar al mercado bonos del Estado y letras del Estado para que los inversores los compren y, así, obtener dinero para pagar las deudas que se tengan. El problema es que, si cada vez es mayor, al final es imposible devolver el dinero que se ha pedido «prestado».
Cualquiera de estos métodos pueden traer consigo consecuencias negativas para los sectores de la economía; por eso, la decisión hay que tomarla de forma muy estudiada para no perjudicar más.
Cómo nos afecta el déficit público
Para entender el déficit público nada mejor que un ejemplo. Imagina que tienes un sueldo mensual de 1000 euros. Y unos gastos de 2000 euros. Eso implica que debes 1000 euros, que no tienes, a seguros, comida, etc. Entonces, lo que haces es pedir a un amigo, a un familiar, esos 1000 euros.
Al mes siguiente, vuelve a lo mismo, y le vuelves a pedir a esa persona otros 1000 euros. Eso quiere decir que ya le debes 2000, pero, ¿y si también hubiera intereses? Sería mucho más. Si esto sigue así, al final le deberás una cantidad enorme de dinero que no serás capaz de devolver porque, si sigues haciendo lo mismo, no vas a reducir los gastos, y si no buscas más ingresos, jamás a terminar de pagar la deuda.
¿Qué implicaría? Pues que habría un momento en que esa persona ya no te pagaría más. Tú tampoco podrías pagar a nadie, tendrías que cambiar tu estilo de vida para poder sobrevivir, a uno peor, al menos durante un tiempo.
Pues eso mismo es lo que ocurre en los países cuando su déficit público es tan elevado; la calidad de vida de las personas se ve resentida y el país se endeuda más y más llegando un momento en que no puede seguir, y es cuando han de rescatarlo (o dejarlo morir).
Si bien hay muchos más factores y no es tan drástico todo, sí tienes una primera aproximación de lo que es el déficit público y de lo que implica para un país tenerlo muy alto. Por eso, uno de los objetivos del Estado ha de ser reducirlo lo más posible, y lo más rápido, para evitar problemas y consecuencias mayores que no serán positivas en ningún caso.